Decían los griegos que los dioses favorecen a los osados, y algo así ha debido suceder con los Caníbales en la sede de Castellbisbal de la Primera división Oro. Con ocho bajas en relación con la plantilla que disputó la Liga Élite la temporada pasada se plantaron en Cataluña, con el claro objetivo de luchar por el deseado retorno a la máxima categoría, y con un calendario ciertamente complicado. Algunas de estas bajas eran definitivas, pero otras, como las de Chus y Solla, se debían a inoportunas lesiones, lo que sumado a la gripe intestinal de Mini dejaban al equipo en cuadro. Y para completar el lamentable panorama como aperitivo abrían la competición enfrentándose al España, el actual campeón. Y no se podía empezar peor, los roceños fracasaban en todas las facetas, comenzando por la desastrosa planificación táctica del partido y acabando con el lamentable rendimiento de los jugadores. Hasta el abultado 8-1 en contra parecía escaso para los méritos de cada uno, ya que el España arrasó a unos caníbales que no sabían donde tenían la cabeza.
El mal comienzo dejaba tocada la moral del equipo, ya que en ningún momento se pudo plantar cara a un equipo superior en todas las facetas. Y por la tarde había un serio enfrentamiento con el siempre poderoso CPLV, el cual jugaba su primer partido contra los Diablos de Mislata. Durante todo el encuentro los Diablos fueron por delante, pero en la segunda parte los pucelanos apretaron el acelerador y se llevaron el partido tranquilamente, comandados por su excelente jugador polaco. Desde la grada los roceños no veían nada claro su partido contra el CPLV, consicientes del nivel de los jugadores de Valladolid. Pero si por la mañana fue un desastre por la tarde todo cambió, y los Caníbales realizaron un primer tiempo espectacular, que finalizó con un ajustado 2-1 para los de la capital, corto para los méritos de cada uno. Ciertamente la primera mitad había sido de los roceños, pero los de Valladolid habían demostrado contra los valencianos que tenían equipo de sobra para remontar. Pero era el momento de los blancos, y durante un segundo tiempo mucho más dinámico, con alternativas para ambos conjuntos, los Caníbales consiguieron mantener una tranquila renta de dos goles en el marcador, aumentada a tres cuando los del CPLV sacaron al portero a falta de un minuto. Claro 7/4 para los Caníbales en un partido que parecía imposible de ganar viendo el nivel de juego desarrollado por la mañana.
Pero la victoria no salió gratis, y dos de los jugadores destacados en la misma, Mundi y Crispín, finalizaron seriamente tocados, uno con la rodilla casi inútil y el otro con los aductores destrozados. Pero al ir muy cortos de plantilla al día siguiente, en el primer partido de la jornada contra Roller Murcia, se vieron obligados a jugar a pesar de sus limitaciones físicas.
En un principio el partido contra los murcianos tenía que resultar fácil, ya que sus dos partidos previos habían sido sendas derrotas abultadas, pero quizás debido al cansancio y a las lesiones los roceños volvieron al nivel de juego demostrado en el primer partido, y eran incapaces de realizar ninguna jugada con algún mínimo sentido. Sin embargo si los Caníbales no podían, o querían, ganar, los murcianos se empeñaron en perder, y con tres expulsiones dieron a los Caníbales la oportunidad de conseguir tres goles. Un tranquilizador 3/1 a favor de los madrileños campeaba en el marcador al llegar al descanso. Comenzó el segundo tiempo y más de lo mismo, un completo disparate. Pero por suerte los goles fueron cayendo del lado de los capitalinos, para finalizar el encuentro con un suficiente 6/3. Por desgracia mediado el segundo tiempo se lesionó Morris, también en la rodilla. Una baja más en una sede que ha salido muy cara en la integridad física de la plantilla.
Si el juego desplegado fue pobre el botín sacado resultó extremadamente jugoso para los méritos desplegados en la pista. Seis puntos, teniendo en cuenta que sólo se perdió con el equipo más fuerte de la sede, es un resultado que se habría firmado antes de empezar. Y si a eso le sumamos que el equipo estaba totalmente en cuadro y con la mitad de los jugadore de pista seriamente tocados podemos concluir que hemos salido más que vivos, hemos acabado triunfado, ya que afrontábamos esta primera sede en las que probablemente sean las peores condiciones posibles. Es muy difícil que en las próximas ocasiones tengamos un estado físico tan lamentable. Visto lo visto podemos confiar en que cuando se incorporen Chus y Solla, sumado a la llegada de Médéric Beaud, jugador suizo que se nos ha unido esta semana, el nivel del equipo sólo puede ir hacia arriba. Esperemos que además de mejorar en el juego seamos capaces de conservar la fortuna encontrada en esta primera sede; si esto sucede y se trabaja duro el CHC Las Rozas puede dar mucho juego durante la temporada en esta emocionante Primera División Oro.