Por fin, y totalmente en contra de cualquier tipo de pronósticos, la Liga Nacional cambia de dueño, y tras dos años de dominio por parte del España el cetro pasa al HC Castellón. Lo sorpresivo de este cambio de campeón radica en que el HC Castellón venía de una profunda crisis, que culminó con la marcha de Nacho, alma mater del club que se marcha para fundar el Clup Patín in Line Castellón (actualmente una de las mejores escuelas de España), viniendo en su lugar Diego Araujo, entrenador-jugador brasileño que da un nuevo impulso al club y consigue proclamarlo campeón de la LNHL, dejando al España segundo en la clasificación, con el CPLV en un significativo tercer lugar. Pero este título no significó un asentamiento para el campeón, si no todo lo contrario, ya que a partir de aquí el HC Castellón comenzó un declive que le ha llevado a ocupar en la presente edición el último puesto de la Liga Nacional, presentándose a jugar algunos partidos con los jugadores justos para rellenar el acta.
Y otra crisis surge en Cataluña, que se queda sin representantes en la Liga Nacional, el Cervelló abandona tras dos temporadas en la máxima categoría, para prácticamente desaparecer, mientras que el Igualada también abandona y si bien no llega a desaparecer si que deja de contar a nivel nacional, centrándose en un discreto papel en la Liga Catalana, ostracismo solamente roto por la medalla de bronce conseguida en el Campeonato de España Alevín de la temporada 2007-08. Esperemos que pronto vuelva a estar en el primer plano nacional.
Durante esta temporada aparecen dos equipos nuevos, los Diablos de Mislata, tercer representante de la Comunidad Valenciana, y Las Orcas de Algeciras, segundo y último, hasta ahora, representante de Andalucía en la Liga Nacional. Lamentablemente ninguno de los dos equipos consiguió asentarse en la LNHL, los Diablos de Mislata aun aguantaron una temporada más, mientras que las Orcas de Algecira ni tan siquiera aguantaron su primera temporada en la Liga Nacional, ya que la FEP le negó el permiso para jugar en su pista, obligándole a jugar en otro pabellón, ante lo cual las Orcas decidieron abandonar la liga a mitad de temporada. Por suerte ambos clubes siguen existiendo en sus respectivas ligas autonómicas, y parece que con buenos resultados.
Y se celebró la segunda edición de la Copa del Rey, esta vez con la novedad, que para bien o para mal no se volvió a repetir, de aceptar equipos de las Ligas Autonómicas en la fase final, celebrada esta vez en el vallisoletano polideportivo de Los Cerros, casa del CPLV. Destacar que en esta edición de la Copa del Rey participó el Tres Cantos Patín Club, equipo que a la temporada siguiente sería el segundo representante madrileño en la LNHL. Y también en esta edición hubo cambio en el campeón, que pasaría a ser el CPLV, dejando segundo al España, tras conquistar el título en la prórroga de una emocionante final.
Y en esta edición el CPLV aportó una nueva visión de la gestión deportiva, concepto que ha sido criticado pero que desde mi punto de vista aporta interés a nuestra competición, dando una nueva salsa a la Liga Nacional, ya que para disputar la Copa del Rey apostó por fichar prácticamente un equipo entero, trayendo jugadores de la liga de hielo, además de varios extranjeros, lo que le reportó la conquista del título. Desde luego que esta apuesta le ha dado títulos, y estos títulos patrocinadores, pero ha tenido un precio de cara a los jugadores de la cantera; si esta apuesta ha valido la pena serán los gestores del CPLV los que tendrán que decidirlo, pero desde mi punto de vista ha dinamizado la Liga Nacional, y ha ido por delante de los reglamentos de competición, los cuales se han tenido que adaptar para evitar estas situaciones. El CPLV, para bien o para mal, ha sido pionero en muchas cosas.
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